jueves, 26 de mayo de 2011

Naive


Me bajo a plaza Catalunya y hablo con los de la acampada, paso horas allí, me realciono, hago un taller de teatro, cuelgo un cartel, hago sonar las llaves al son de los pitidos, participo en un debate acerca de la estupidez de la televisión.

Compro esprais y cartulinas suficientes para hacer una pancarta de tamaño gigante que pretendo bajar a hurtadillas la madrugada del último día del curso para que la vea mi distracción del otro lado de la ventana.

Estudio hasta horas intempestivas, preocupada por llegar a notas a las que sé que no voy a llegar en asignaturas que se me dan fatal.

No sé a quién trato de engañar. Intento encontrarle sentido a mi vida, algo que me abstraiga aun más, algo que me saque de mí misma, algo que tenga sentido, algo que me absuelva completamente. Algo en lo que creer, algo por lo que luchar. Y no es suficiente. No es suficiente, porque, por importante que sea, sigue sin ser más importante que mi propio problema, sigue sin captar lo suficiente mi atención.

A veces me pregunto si no estoy condenada. Si tiene sentido algo de esto. Si realmente la música aun sirve... o si dejó de tener sentido y yo no me dí cuenta. Cruzo los dedos. La suerte pasa medio metro por encima de la cabeza, así que salta, y, si estás cansado, no cuentes con ella.

En septiembre llegará el ying. No puedo tener media luna solo. Espero, algún día, llegar al yang.

K.

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